El lenguaje global del futuro podría consistir en una combinación de palabras clave de varios idiomas y culturas. El experto cree que hay que elaborar un método científico que permita convertir esto en una realidad.
Pattberg considera que el "conocimiento es políglota" y que conocer un único idioma, el del propio país de origen, es ahora una enorme carencia. Ni siquiera las lenguas de los pueblos más influyentes de la Tierra son suficientes en un mundo globalizado.
El lingüista no es partidario de continuar la guerra terminológica por ver qué idioma se impone sobre el resto. Para Pattberg la solución es crear un lenguaje global que unifique los vocabularios de muchas lenguas en una sola. Este idioma universal estaría formado por los términos clave de múltiples culturas. Antes, dice Pattberg, hay que inventar un método científico que lo permita.
Mediante las traducciones se pierde la originalidad y la capacidad de inventiva de culturas que existen de siempre. Pattberg ve esto como una especie de desprecio por parte de la cultura imperante.
“El mundo está preparado y los hombres de hoy receptivos a adoptar terminología que no sea europea u Occidental. Es el momento.”
De algún modo este proceso sería algo así como ‘liberar’ algunas palabras nuevamente a su idioma original, adoptarlas y así evitar la traducción. Ciertos términos clave, algunos conceptos técnicos tendrían que pasar por este proceso.
Este experto en cultura china reconoce, a su vez, que las traducciones no pueden desaparecer del todo: son necesarias en la comunicación entre personas de distinto origen. Sin embargo, la posibilidad de mantener términos en su ‘versión original’ es para Pattberg el camino más “bello, auténtico, genuino, sofisticado y preciso.”
El caso de China es una clara muestra de cultura que tendrá que aportar vocabulario original al idioma global del futuro. Pattberg es consciente de que muchos considerarán esta idea una locura y que no se puede hacer algo así como: “poner en libertad” términos de otros idiomas.
El lingüista no es partidario de continuar la guerra terminológica por ver qué idioma se impone sobre el resto. Para Pattberg la solución es crear un lenguaje global que unifique los vocabularios de muchas lenguas en una sola. Este idioma universal estaría formado por los términos clave de múltiples culturas. Antes, dice Pattberg, hay que inventar un método científico que lo permita.
Mediante las traducciones se pierde la originalidad y la capacidad de inventiva de culturas que existen de siempre. Pattberg ve esto como una especie de desprecio por parte de la cultura imperante.
“El mundo está preparado y los hombres de hoy receptivos a adoptar terminología que no sea europea u Occidental. Es el momento.”
De algún modo este proceso sería algo así como ‘liberar’ algunas palabras nuevamente a su idioma original, adoptarlas y así evitar la traducción. Ciertos términos clave, algunos conceptos técnicos tendrían que pasar por este proceso.
Este experto en cultura china reconoce, a su vez, que las traducciones no pueden desaparecer del todo: son necesarias en la comunicación entre personas de distinto origen. Sin embargo, la posibilidad de mantener términos en su ‘versión original’ es para Pattberg el camino más “bello, auténtico, genuino, sofisticado y preciso.”
El caso de China es una clara muestra de cultura que tendrá que aportar vocabulario original al idioma global del futuro. Pattberg es consciente de que muchos considerarán esta idea una locura y que no se puede hacer algo así como: “poner en libertad” términos de otros idiomas.
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